Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

lunes, 4 de agosto de 2025

El humilde misterio de Ars


Hace bastante tiempo atrás me regalaron un ejemplar atrasado de la revista 30 días (30 giorni) – En la Iglesia y en el mundo, con un reportaje sobre el catolicismo en Francia, donde bajo el subtitulo “Sin inventarse nada”  rescaté esta  breve descripción del humilde misterio de Ars, texto que,  sin estridencias,  cuenta la historia de esa «sencilla oración».

"Ars no es un lugar para reuniones. Pocas casas inmersas en el campo tranquilo: las carmelitas, el convento de las clarisas, la calle que rodea la iglesia del cura Jean-Marie Vianney, el santo patrón de los párrocos. Allí dentro hay casi siempre alguien. Van solos, en grupos pequeños y grandes. Un flujo continuo y discreto. Casi medio millón de personas al año, «cada año un poco más, y entre ellos, los sacerdotes son más de ocho mil», añadía el padre Jean-Philippe Nault, entonces joven rector del santuario (ahora Obispo de Niza). Un aumento registrado en los últimos tiempos, después que durante lustros pareciera que el olvido había caído sobre san Juan Maria Vianney. En los años ochenta nació la Societè Jean-Marie Vianney: curas que no pretenden ninguna espiritualidad particular que no sea la que procede de su propia ordenación sacerdotal para la salvación de las almas ; el “programa” sigue siendo el mismo. Sin horario, uno puede confesarse y decir misa «soltar el peso de los pecados» y saborear un sorbo de misericordia. A cualquier hora, «desde las seis y media de la mañana hasta la noche». Despues abririan una capilla para la adoración perpetua del Santísimo Sacramento. Algo que pedia la gente del pueblo. Hace diez años – confesaba el padre Nault entonces – algo así era inimaginable.

 


Cuando llegó Jean Marie, en febrero de 1818, la iglesia de Francia salía de las ruinas de la Revolución. La parroquia de Ars era como una tierra desolada. «Y el hizo solo lo que todo sacerdote, ordinariamente puede hacer: rezos, catecismo, confesar, celebrar la eucaristía, ayudar a los pequeños y los pobres» repetia el obispo Bagnard. «Hasta el minúsculo agujero en el que había sido encerrado porque estaba incapacitado» escribe Renè Laurentin, «ha hecho que acuda la muchedumbre a escala nacional. Sin quererlo ha fundado un centro de peregrinación». Tampoco hoy hay necesidad de organizar nada. Vienen solos. «Es un santo pobre» repetia el padre Nault, y «encontrar a un pobre no da miedo». Como Teresita. Como Bernardette. Ellos nos dicen: si tú eres pobre, yo lo soy más que tú. Somos pobres juntos, frente al Señor. Tú reza por mí y yo por ti»,

«Si el buen Dios hubiera encontrado un sacerdote más miserable que yo, repetía el cura de Ars, a él le hubieran pasado todas estas cosas maravillosas». Quizás también el mundo, en Francia como en cualquier otra parte, siente nostalgia de una Iglesia así. Una Iglesia que no pretende dictar ley, no se queja de los tiempos malos. Deja sólo que se asome al horizonte la esperanza del milagro. «Nos han contado tantas cosas, oh Reina de los apóstoles. Hemos perdido el gusto por los discursos. No tenemos ya altares sino los tuyos. No sabemos nada más, que una sencilla oración» (Charles Peguy)"

Invito nuevamente a visitar la pagina del Santuario con abundante informacion y tambien mis otros posts etiquetados Vianney

 

“esa piedra que desecharon los constructores…” (Salmo 118,22) San Juan Maria Vianney, el santo cura de Ars

 



Hoy la Iglesia recuerda al Santo cura de Ars, esa “piedra que desecharon los constructores…..”. 

 “Me he convertido en débil con los débiles, para ganar a los débiles” ( 1 Cor 9, 22) titulaba el beato Juan Pablo II parte del discurso en el retiro espiritual para el clero, celebrado en la cripta de  Ars el 6 de octubre de 1986 recordando a aquel  a quien le fascinaba la presencia real de Cristo en la Eucaristía, durante y fuera de la Misa… un santo humilde que solo quería salvar almas para Dios.


“Nuestra misión – decía Juan Pablo II – es salvar almas para Dios. “Dios no ha enviado al Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por su intermedio” (Jn 3,17). Jesús ha predicado la buena nueva del Reino; escogió y formó a sus propios apóstoles; cumplió por medio de la cruz y la resurrección la obra de la redención; después de los apóstoles nosotros estamos asociados de manera particular a su obra de salvación, a fin de hacerla presente y eficaz en todo el mundo. San Juan Maria Vianney solia decir: “Sin el sacerdote, la muerte y la pasión de Nuestro Señor no serviría para nada.  Es el sacerdote que continúa la obra de la redención  en la tierra” (Juan Maria Vianney, cura de Ars, su pensamiento, su corazón, presentado por el abate Bernard Nodet, Le Puy 1958, p.100)  Lo que nosotros debemos hacer, no es por lo tanto nuestra obra, es el diseño del Padre, es la obra de salvación del Hijo. El Espíritu Santo se sirve de nuestro espíritu, de nuestra boca, de nuestras manos.  Nuestro deber primordial es proclamar incesantemente la Palabra para evangelizar;  presentarla de manera que toque los corazones, sin alterarla ni aminorarla;   repetir el gesto de ofrecimiento de Jesús en la última cena, su gesto de perdón hacia los pecadores.

Decía el cura de Ars “Dios pone al sacerdote en la tierra como mediador entre el Señor y el pobre pecador” (Nodet, 99), hoy diríamos: él participa de un modo especifico en la misión del único Mediador, Jesucristo.Y recordaba Juan Pablo II unas palabras dichas a los sacerdotes en Notre Dame de Paris el 30 de mayode 1980:  

“El Cura de Ars es, en efecto, un modelo sin par para todos los países, a la vez que de la plenitud del ministerio y de la santidad del ministro”

Invito visitar el sitio oficial del Santuario de Ars donde también en el sitio mismo es posible consultar información general en español. 

Y mis posts etiquetados Vianney


 

domingo, 3 de agosto de 2025

Juan Pablo II y “el milagro de aquella noche”

 


Este testimonio escrito por Gianluigi De Palo (*) fue publicado en la revista Totus Tuus (Causa de Beatificación y Canonización de Juan Pablo II) Nr 4 año 2010.

 


Recuerdo aún hoy la noche del 19 de agosto de 2000.  Al anochecer, estaba muerto de cansancio por la marcha para llegar a la explanada y la espalda me quemaba por el peso de la mochila y el calor del sol.  Estaba un poco distraído por el cansancio, y entre bostezos, esperaba ansiosamente el momento de meterme, sin fuerzas, en el saco de dormir, que me había acompañado en Loreto y en París. Y mientras tanto – de verdad – pensaba en otras cosas.  Juan Pablo II comenzó a hablar: «Y vosotros ¿Quién decís que soy yo?” Jesús plantea esta pregunta a sus discípulos…. Jesús quiere que los discípulos… Jesús quiere que los discípulos se den cuenta de lo que está escondido en sus mentes y en sus corazones….» Aquella noche cambió mi vida. Las palabras del Papa fueron como u8na patada ean el estomago cuando menos te lo esperas. Todo lo que decía era aquello que había deseado siempre. Daba voz a las palabras escritas en mi interior. «Hoy estáis reunidos aquí para afirmar que en el nuevo siglo  no os prestaréis a ser instrumentos de violencia y destrucción; defenderéis la paz, incluso a costa de vuestra ida si fuera necesario. No os conformaréis con el mundo en el que otros seres humanos mueren de hambre, son analfabetos, están sin trabajo. Defenderéis la vida en cada momento en su desarrollo terreno; os esforzaréis con todas vuestras energías en hacer que esta tierra sea cada vez más habitable para todos.» No quería darme por contento: quería que mi vida fuese una obra de arte, quería dar mi vida, mi energía, mi entusiasmo por algo grande: me daba cuenta de ello con claridad.  Y sin embargo, hasta ese momento me había resistido. Un freno, algo que me ataba y que no comprendía bien.  Pero sentía que explotaba dentro de mí una fuerza mayor. En aquellas horas, mientras el Papa hablaba, sentía que el Espíritu Santo soplaba en mi corazón. Aquel hombre anciano y enfermo era para mí la voz de Jesús, que me estaba cambiando la vida. Me empujaba a decisiones más fuertes y hermosas.

«¿es difícil creer en un mundo así? En el año 2000, ¿es difícil creer? Sí, es difícil. No hay que ocultarlo. Es difícil, pero con la ayuda de la gracia es posible». ¿Quería una vida fácil y cómoda, quería contentarme de poco? ¿Quería fáciles certezas? No, quería enamorarme cada vez más. Quería saciar una sed de infinito. Y Juan Pablo II me indicaba la vía. «En realidad, es a Jesús a quien buscáis cuando soñáis la felicidad: es Él  quien os espera cuando  no os satisface nada de lo que encontráis: es Él la belleza que tanto os atrae» Buscaba la plenitud, pero no encontraba su nombre. El Señor me estaba llamando: era precisamente yo un centinela de la mañana y tenía que prender fuego al mundo. Y el Papa me trazaba un programa de vida, que – aún hoy – continúa marcado en el fondo de mi alma.

En los años sucesivos, he encontrado muchas personas que han vivido el mismo milagro de aquella noche. Mi generación – nacida en 1976 – ha quedado profundamente marcada por Juan Pablo II y por las Jornadas mundiales de la Juventud. Y los frutos de la magnífica intuición de estos “laboratorios de la fe” los veremos en los próximos años, cuando nuestros hijos serán mayores. Y tendremos una generación de jóvenes confiados y trabajadores. Si reflexionamos bien, nos daremos cuenta que nadie ha invertido tanto en los jóvenes como Karol Wojtyla. Nadie había creído en mi como aquel hombre.

En diversas ocasiones, en las JMJ y en los encuentros con los jóvenes romanos he sentido casi como una confianza personal del Papa hacia mí. Era uno de tantos, pero su mirada estaba sobre mi, sus palabras iban dirigidas a mí.  Una sensación muy particular que sè que han percibido otros muchos. Han pasado diez años desde aquel 19 de agosto. Diez años muy intensos. De chiquillo me he convertido en un hombre. De novio  inmaduro me he convertido en esposo y padre de tres hijos. Pero sobre todo, aquel deseo de no resignarme ha dado frutos más allá de mis fuerzas y voluntad.  Llevo a cabo un servicio como Presidente de las Acli de Roma y como Presidente del Forum de las Asociaciones Familiares del Lacio. Dos cargos que me superan, dos responsabilidades inmensas que, a veces, me aplastan.

Aquel dia en Tor Vergata – me doy cuenta sólo hoy – el Papa hablaba de mi presente, me llamaba a ser lo que soy. Pequeño y débil, pero con la consciencia de no tener que resignarme.”

 (*) Presidente Acli de Roma y Forum Asociaciones Familiares del Lacio

 

Tor Vergata 25 años después

 



Como olvidar aquellos días de las JMJ del año 2000, el multitudunario encuentro en  Tor Vergata con ocasion de la XVI Jornada Mundial de la Juventud  y las palabras del Papa Juan Pablo II:

“¡No tengáis miedo de ser los santos del nuevo milenio!

 “En el año 2000, ¿es difícil creer? Si, es difícil. No hay que ocultarlo. Es difícil, pero con la ayuda de la gracia es posible, como Jesús dijo a Pedro: “No te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que  etá en los cielos”  (Mt, 16,17)



 “Cristo nos ama y nos ama siempre!”

“Nos ama incluso cuando lo decepcionamos, cuando no correspondemos a lo que espera de nosotros. Él no nos cierra nunca los brazos de su misericordia. ¿Cómo no estar agradecidos a este Dios que nos ha redimido llegando incluso a la locura de la Cruz? ¿A este Dios que se ha puesto de nuestra parte y está ahí hasta al final? 

 


Y ayer sábado 2 de agosto en el Diálogo del santo Padre LeonXIV con los jóvenes nos recordaba:   hace veinticinco años, precisamente en el lugar donde nos encontramos, san Juan Pablo II dijo: «es a Jesús a quien buscáis cuando soñáis la felicidad; es Él quien os espera cuando no os satisface nada de lo que encontráis; es Él la belleza que tanto os atrae; es Él quien os provoca con esa sed de radicalidad que no os permite dejaros llevar del conformismo; es Él quien os empuja a dejar las máscaras que falsean la vida; es Él quien os lee en el corazón las decisiones más auténticas que otros querrían sofocar» (Vigilia de oración en la XV Jornada Mundial de la Juventud, 19 agosto 2000). El miedo deja entonces espacio a la esperanza, porque estamos seguros de que Dios lleva a término lo que comienza.

 Y recordaba nuevamente hoy 3 de agosto, en la homilía de la Misa de Clausura



queridos jóvenes, nuestra esperanza es Jesús. Es Él, como decía san Juan Pablo II, «el que suscita en vosotros el deseo de hacer de vuestra vida algo grande, […] para mejoraros a vosotros mismos y a la sociedad, haciéndola más humana y fraterna» (XV Jornada Mundial de la Juventud, Vigilia de oración, 19 agosto 2000). Mantengámonos unidos a Él, permanezcamos en su amistad, siempre, cultivándola con la oración, la adoración, la comunión eucarística, la confesión frecuente, la caridad generosa, como nos han enseñado los beatos Pier Giorgio Frassati y Carlo Acutis, que próximamente serán proclamados santos. Aspiren a cosas grandes, a la santidad, allí donde estén. No se conformen con menos. Entonces verán crecer cada día la luz del Evangelio, en ustedes mismos y a su alrededor.

En Ángelus el Papa renovaba la invitacion que  el Papa Francisco hizo en Lisboa hace dos años: los jóvenes de todo el mundo se volverán a encontrar junto al Sucesor de Pedro para celebrar la Jornada Mundial de la Juventud en Seúl, Corea, del 3 al 8 de agosto de 2027, jornada que tendrá como lema : «Tengan valor: yo he vencido al mundo» (Jn 16,33).


viernes, 1 de agosto de 2025

El jubileo de los jóvenes: La primera “JMJ”del Papa Leon XIV



Desde la  JMJ en Portugal  en 2023,   ya no se habían realizado  las acostumbradas JMJ locales en Roma,  y la próxima JMJ internacional será recién en 2027 en Seul (Corea del Sur).  

Sin embargo, con leves cambios en la agenda de los encuentros,  el Papa Leon XIV heredó del Papa Francisco, estas “JMJ” tan especiales y tan similares,  dentro del marco del  Año Santo y el Jubileo de la Esperanza - convocado por el Papa Francisco mediante la Bula Spes non confundit fechada 9 de mayo de 2024 - inaugurado el 24 de diciembre de 2024 con la apertura de la Puerta Santa de la Basilicade san Pedro.  (En este enlace también se encuentra toda la  información: calendario, eventos, información para los peregrinos. Etc. Referentes al Jubileo) «Trabajad para que del Jubileo emerja la fuerza de la esperanza»  había encargado el Papa Francisco al Dicasterio para la Evangelizacion.

 Estas “JMJ” del Jubileo delos jóvenes del Papa Leon XIV se asemeja en un todo a los tan queridos encuentros multitudinarios de las Jornadas Mundiales de la Juventud, instituidas por el Papa Juan Pablo II con la diferencia que este encuentro cumple la doble “misión” de ser local e internacional con jóvenes de 146 que fueron invadiendo Roma desde el lunes pasado 28 de julio, derrochando energía y entusiasmo. Para su acogida se han dispuesto,  entre otros, unas 270 parroquias, 400 escuelas y 40 centros extraescolares,  además de puntos de refrigerio, almuerzos y cenas.  El encuentro contara con mas de 4000 voluntarios de apoyo y 30 tiendas de campaña;   se prevé turnos extra en transporte publico y toda la organización necesaria para la atención medica como asi también todos los preparativos para velar por la seguridad y protección de todos los asistentes.

El intenso programa comenzó el 28 de julio pasado y la Santa Misa de acogida fue celebrada al dia sigiente,  el 29 de julio,  con breves pero sentidas palabrasdel Santo Padre Leon XIV


Jesús nos dice: “ustedes son la sal de la tierra”, “ustedes son las luces del mundo”.

«Ustedes son la sal de la tierra […] la luz del mundo» (Mt 5,13-14). Y hoy sus voces, su entusiasmo, sus gritos —que son todos por Jesucristo—  los van a escuchar hasta el fin del mundo.

Hoy están empezando unos días, un camino, el jubileo de la esperanza, y el mundo necesita mensajes de esperanza; ustedes son este mensaje, y tienen que seguir dando esperanza a todos.

Nuestro deseo es que todos ustedes sean siempre signos de esperanza en el mundo. Hoy estamos empezando. En los próximos días tendrán la oportunidad de ser una fuerza que puede llevar la gracia de Dios, un mensaje de esperanza, una luz para la ciudad de Roma, para Italia y para el mundo entero. Caminemos juntos con nuestra fe en Jesucristo.

Y nuestro grito debe ser también por la paz en el mundo. Repitamos todos: ¡Queremos la paz en el mundo! [La plaza responde: ¡Queremos la paz en el mundo!] Recemos por la paz.

Oremos por la paz y seamos testimonios de la paz de Jesucristo, de la reconciliación, esta luz del mundo que todos estamos buscando.

Bendición.

Nos vemos, nos encontramos en Tor Vergata. ¡Feliz semana!

El encuentro fue seguido con diálogos por la ciudad los dos días siguientes y hoy se ha llevado a cabo una Jornada Penitencial entre las 10.30 y las 18.00 en el circo Massimo con la posibilidad de que los peregrinos se acerquen al Sacramento de la reconciliación en alguna de las 200 estaciones,  divididas por idiomas. .

El Jubileo de los jóvenes continuará  mañana sábado 2 de agosto a las 20.30 con la Fiesta y Vigilia de oración con el Papaen la explanada de Tor Vergataque abrirá sus "puertas" a partir de las 9.00 hs.

La Jornada culminara el domingo 3 de agosto con la Santa Misa celebrada por elPapa Leon.  

Aquí toda la información acerca del Jubileo de los Jovenes 

Invito visitar jubileos en la historia 

 

 

jueves, 31 de julio de 2025

El mundo de los ángeles (6 de 6) - La victoria de Cristo sobre el espíritu del mal

 


El 20 de agosto de 1986 tuvo lugar la ultima Audiencia de la serie sobre los ángeles  (parte del grupo de las catequesis sobre Dios, Creador de las cosas "invisibles)  referida a la verdad sobre el maligno o Satanás, no ciertamente querido por Dios, sumo Amor y Santidad, cuya Providencia sapiente y fuerte sabe conducir nuestra existencia a la victoria sobre el príncipe de las tinieblas.”

En este encuentro el Papa de alguna manera nos “consolaba” y reiteraba que “ la Iglesia nos enseña que la potencia de Satanás no es infinita. El es sólo una creatura, potente en cuanto espíritu puro, pero siempre una creatura, con los límites de la creatura, subordinada al querer y el dominio de Dios. Si Satanás obra en el mundo por su odio contra Dios y su reino, ello es permitido por la Divina Providencia que con potencia y bondad ("fortiter et suaviter") dirige la historia del hombre y del mundo. Si la acción de Satanás ciertamente causa muchos daños —de naturaleza espiritual e indirectamente de naturaleza también física— a los individuos y a la sociedad, él no puede, sin embargo, anular la finalidad definitiva a la que tienden el hombre y toda la creación, el bien. El no puede obstaculizar la edificación del reino de Dios, en el cual se tendrá, al final, la plena actuación de la justicia y del amor del Padre hacia las creaturas eternamente "predestinadas" en el Hijo-Verbo, Jesucristo. Más aún, podemos decir con San Pablo que la obra del maligno concurre para el bien y sirve para edificar la gloria de los "elegidos" (cf. 2 Tim 2, 10).

Nos recordaba también el Papa palabras y expresiones de la  Biblia y de los Evangelios  la victoria de Cristo sobre "el príncipe de este mundo" (Jn 12, 31; 14, 30; 16, 11) y las terminantes palabras de Cristo a Satanás:  "Al Señor tu Dios adorarás y a Él sólo servirás" (Lc 4, 8),.

(…)

Y aquellas  severas y confortantes a la vez :"Todo reino en sí dividido será desolado y toda ciudad o casa en sí dividida no subsistirá. Si Satanás arroja a Satanás, está dividido contra sí: ¿cómo, pues, subsistirá su reino?... Mas si yo arrojo a los demonios con el poder del espíritu de Dios, entonces es que ha llegado a vosotros el reino de Dios" (Mt 12, 25-26. 28).  (…)  Las palabras pronunciadas por Cristo a propósito del tentador encuentran su cumplimiento histórico en la cruz y en la resurrección del Redentor.(…)  "El príncipe de este mundo está ya juzgado" (Jn 16, 11); "Y para esto apareció el Hijo de Dios, para destruir las obras del diablo" (1 Jn 3, 8), como nos atestigua San Juan. Así, pues, Cristo crucificado y resucitado se ha revelado como el "más fuerte" que ha vencido "al hombre fuerte", el diablo, y lo ha destronado.

(…) Cristo, en efecto, ha dado a sus discípulos el poder de arrojar los demonios (cf. Mt 10, 1, y paral.; Mc 16, 17). La Iglesia ejercita tal poder victorioso mediante la fe en Cristo y la oración (cf. Mc 9, 29; Mt 17, 19 ss.), que en casos específicos puede asumir la forma del exorcismo.

(…) los creyentes saben que están llamados a luchar para el definitivo triunfo del bien: "No es nuestra lucha contra la sangre y la carne, sino contra los principados, contra las potestades, contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus malos de los aires" (Ef 6, 12).

La lucha, a medida que se avecina el final, se hace en cierto sentido siempre más violenta, como pone de relieve especialmente el Apocalipsis, el último libro del Nuevo Testamento (cf. Ap 12, 7-9). Pero precisamente este libro acentúa la certeza que nos es dada por toda la Revelación divina: es decir, que la lucha se concluirá con la definitiva victoria del bien. En aquella victoria, precontenida en el misterio pascual de Cristo, se cumplirá definitivamente el primer anuncio del Génesis, que con un término significativo es llamado proto-Evangelio, con el que Dios amonesta a la serpiente: "Pongo perpetua enemistad entre ti y la mujer" (Gen 3, 15). En aquella fase definitiva, completando el misterio de su paterna Providencia, "liberará del poder de las tinieblas" a aquellos que eternamente ha "predestinado en Cristo" y les "transferirá al reino de su Hijo predilecto" (cf. Col 1, 13-14). Entonces el Hijo someterá al Padre también el universo, para que "sea Dios en todas las cosas" (1 Cor 15, 28).

Con esta catequesis concluian las  catequesis sobre “Dios Creador de las "cosas visibles e invisibles" “el misterio del comienzo del mundo y de la historia se une indisolublemente con el misterio del final…el problema del sufrimiento y del mal …

 De la libertad ha nacido también el mal. Pero Dios no se rinde, y con su sabiduría transcendente, predestinándonos a ser sus hijos en Cristo, todo lo dirige con fortaleza y suavidad, para que el bien no sea vencido por el mal…. cómo existen espíritus puros, creaturas de Dios, inicialmente todos buenos, y después por una opción de pecado se dividieron irremediablemente en ángeles de luz y en ángeles de tinieblas. Y mientras la existencia de los ángeles malos nos pide a nosotros el sentido de la vigilancia para no caer en sus halagos, estamos ciertos de que la victoriosa potencia de Cristo Redentor circunda nuestra vida para que también nosotros mismos seamos vencedores.

En esto estamos válidamente ayudados por los ángeles buenos, mensajeros del amor de Dios, a los cuales amaestrados por la tradición de la Iglesia, dirigimos nuestra oración:

"Ángel de Dios, que eres mi custodio, ilumíname, custódiame, rígeme y gobiérname, ya que he sido confiado a tu piedad celeste. Amén".

 

 

lunes, 28 de julio de 2025

El mundo de los ángeles (5 de 6) - La caída de los ángeles rebeldes

 


Continuando con las catequesis anteriores el Papa Juan Pablo II dedico la quinta de la serie a la caida de los ángeles rebeldes  (tema delicado, a veces negado y puesto en duda, pero tan importante y que necesita aclaración, por eso transcribo la catequesis completa, que puede leerse en este enlace) basándose como primer punto en el testimonio del Evangelista Lucas y las palabras que pronuncia Jesús:  "veía yo a Satanás caer del cielo como un rayo" (Lc 10, 18).

Con estas palabras el Señor afirma que el anuncio del reino de Dios es siempre una victoria sobre el diablo, pero al mismo tiempo revela también que la edificación del reino está continuamente expuesta a las insidias del espíritu del mal. Interesarse por esto, como tratamos de hacer con la catequesis de hoy, quiere decir prepararse al estado de lucha que es propio de la vida de la Iglesia en este tiempo final de la historia de la salvación (así como afirma el libro del Apocalipsis. cf. 12, 7). Por otra parte, esto ayuda a aclarar la recta fe de la Iglesia frente a aquellos que la alteran exagerando la importancia del diablo o de quienes niegan o minimizan su poder maligno.

Las precedentes catequesis sobre los ángeles nos han preparado para comprender la verdad, que la Sagrada Escritura ha revelado y que la Tradición de la Iglesia ha transmitido, sobre Satanás, es decir, sobre el ángel caído, el espíritu maligno, llamado también diablo o demonio.



2. Esta "caída", que presenta la forma de rechazo de Dios con el consiguiente estado de "condena", consiste en la libre elección hecha por aquellos espíritus creados, los cuales radical e irrevocablemente han rechazado a Dios y su reino, usurpando sus derechos soberanos y tratando de trastornar la economía de la salvación y el ordenamiento mismo de toda la creación. Un reflejo de esta actitud se encuentra en las palabras del tentador a los progenitores: "Seréis como Dios" o "como dioses" (cf. Gen 3, 5). Así el espíritu maligno trata de transplantar en el hombre la actitud de rivalidad, de insubordinación a Dios y su oposición a Dios que ha venido a convertirse en la motivación de toda su existencia.

3. En el Antiguo Testamento, la narración de la caída del hombre, recogida en el libro del Génesis, contiene una referencia a la actitud de antagonismo que Satanás quiere comunicar al hombre para inducirlo a la transgresión (cf. Gen 3, 5). También en el libro de Job (cf. Job 1, 11; 2, 5.7), vemos que satanás trata de provocar la rebelión en el hombre que sufre. En el libro de la Sabiduría (cf. Sab 2, 24), satanás es presentado como el artífice de la muerte que entra en la historia del hombre juntamente con el pecado.

4. La Iglesia, en el Concilio Lateranense IV (1215), enseña que el diablo (satanás) y los otros demonios "han sido creados buenos por Dios pero se han hecho malos por su propia voluntad". Efectivamente, leemos en la Carta de San Judas: " ...a los ángeles que no guardaron su principado y abandonaron su propio domicilio los reservó con vínculos eternos bajo tinieblas para el juicio del gran día" (Jds 6). Así también en la segunda Carta de San Pedro se habla de "ángeles que pecaron" y que Dios "no perdonó... sino que, precipitados en el tártaro, los entregó a las cavernas tenebrosas, reservándolos para el juicio" (2 Pe 2, 4). Está claro que si Dios "no perdonó" el pecado de los ángeles, lo hace para que ellos permanezcan en su pecado, porque están eternamente "en las cadenas" de esa opción que han hecho al comienzo, rechazando a Dios, contra la verdad del bien supremo y definitivo que es Dios mismo. En este sentido escribe San Juan que: "el diablo desde el principio peca" (1 Jn 3, 8). Y "él es homicida desde el principio y no se mantuvo en la verdad, porque la verdad no estaba en él" (Jn 8, 44).

5. Estos textos nos ayudan a comprender la naturaleza y la dimensión del pecado de satanás, consistente en el rechazo de la verdad sobre Dios, conocido a la luz de la inteligencia y de la revelación como Bien infinito, amor, y santidad subsistente. El pecado ha sido tanto más grande cuanto mayor era la perfección espiritual y la perspicacia cognoscitiva del entendimiento angélico, cuanto mayor era su libertad y su cercanía a Dios. Rechazando la verdad conocida sobre Dios con un acto de la propia libre voluntad, satanás se convierte en "mentiroso cósmico" y "padre de la mentira" (Jn 8, 44). Por esto vive la radical e irreversible negación de Dios y trata de imponer a la creación, a los otros seres creados a imagen de Dios, y en particular a los hombres, su trágica "mentira sobre el Bien" que es Dios. En el libro del Génesis encontramos una descripción precisa de esa mentira y falsificación de la verdad sobre Dios, que satanás (bajo la forma de serpiente) intenta transmitir a los primeros representantes del género humano: Dios sería celoso de sus prerrogativas e impondría por ello limitaciones al hombre (cf. Gen 3, 5). Satanás invita al hombre a liberarse de la imposición de este juego, haciéndose "como Dios".

6. En esta condición de mentira existencial satanás se convierte —según San Juan— también en homicida, es decir, destructor de la vida sobrenatural que Dios había injertado desde el comienzo en él y en las criaturas hechas a "imagen de Dios": los otros espíritus puros y los hombres; satanás quiere destruir la vida según la verdad, la vida en la plenitud del bien, la vida sobrenatural de gracia y de amor. El autor del libro de la Sabiduría escribe:" ...por envidia del diablo entró la muerte en el mundo, y la experimentan los que le pertenecen" (Sab 2, 24). En el Evangelio Jesucristo amonesta: "...temed más bien a aquel que puede perder el alma y el cuerpo en la gehena" (Mt 10, 28).

7. Como efecto del pecado de los progenitores, este ángel caído ha conquistado en cierta medida el dominio sobre el hombre. Esta es la doctrina constantemente confesada y anunciada por la Iglesia, y que el Concilio de Trento ha confirmado en el tratado sobre el pecado original (cf. DS 1511): Dicha doctrina encuentra dramática expresión en la liturgia del bautismo, cuando se pide al catecúmeno que renuncie al demonio y a sus seducciones.

Sobre este influjo en el hombre y en las disposiciones de su espíritu (y del cuerpo) encontramos varias indicaciones en la Sagrada Escritura, en la cual satanás es llamado "el príncipe de este mundo" (cf. Jn 12, 31; 14, 30;16, 11) e incluso "el Dios de este siglo" (2 Cor 4, 4). Encontramos muchos otros nombres que describen sus nefastas relaciones con el hombre: "Belcebú" o "Belial", "espíritu inmundo", "tentador", "maligno" y finalmente "anticristo" (1 Jn 4, 3). Se le compara a un "león" (1 Pe 5, 8), a un "dragón" (en el Apocalipsis) y a una "serpiente" (Gen 3). Muy frecuentemente para nombrarlo se ha usado el nombre de "diablo" del griego "diaballein" (del cual "diabolos"), que quiere decir: causar la destrucción, dividir, calumniar, engañar. Y a decir verdad, todo esto sucede desde el comienzo por obra del espíritu maligno que es presentado en la Sagrada Escritura como una persona, aunque se afirma que no está solo: "somos muchos", gritaban los diablos a Jesús en la región de las gerasenos (Mc 5, 9); "el diablo y sus ángeles", dice Jesús en la descripción del juicio futuro (cf. Mt 25, 41).

8. Según la Sagrada Escritura, y especialmente el Nuevo Testamento, el dominio y el influjo de Satanás y de los demás espíritus malignos se extiende al mundo entero. Pensemos en la parábola de Cristo sobre el campo (que es el mundo), sobre la buena semilla y sobre la mala semilla que el diablo siembra en medio del grano tratando de arrancar de los corazones el bien que ha sido "sembrado" en ellos (cf. Mt 13, 38-39). Pensemos en las numerosas exhortaciones a la vigilancia (cf. Mt 26, 41; 1 Pe 5, 8), a la oración y al ayuno (cf. Mt 17, 21). Pensemos en esta fuerte afirmación del Señor: "Esta especie (de demonios) no puede ser expulsada por ningún medio sino es por la oración" (Mc 9, 29). La acción de Satanás consiste ante todo en tentar a los hombres para el mal, influyendo sobre su imaginación y sobre las facultades superiores para poder situarlos en dirección contraria a la ley de Dios. Satanás pone a prueba incluso a Jesús (cf. Lc 4, 3-13) en la tentativa extrema de contrastar las exigencias de la economía de la salvación tal como Dios le ha preordenado.

No se excluye que en ciertos casos el espíritu maligno llegue incluso a ejercitar su influjo no sólo sobre las cosas materiales, sino también sobre el cuerpo del hombre, por lo que se habla de "posesiones diabólicas" (cf. Mc 5, 2-9). No resulta siempre fácil discernir lo que hay de preternatural en estos casos, ni la Iglesia condesciende o secunda fácilmente la tendencia a atribuir muchos hechos e intervenciones directas al demonio; pero en línea de principio no se puede negar que, en su afán de dañar y conducir al mal, Satanás pueda llegar a esta extrema manifestación de su superioridad.

9. Debemos finalmente añadir que las impresionantes palabras del Apóstol Juan: "El mundo todo está bajo el maligno" (1 Jn 5, 19), aluden también a la presencia de Satanás en la historia de la humanidad, una presencia que se hace más fuerte a medida que el hombre y la sociedad se alejan de Dios. El influjo del espíritu maligno puede "ocultarse" de forma más profunda y eficaz: pasar inadvertido corresponde a sus "intereses": La habilidad de Satanás en el mundo es la de inducir a los hombres a negar su existencia en nombre del racionalismo y de cualquier otro sistema de pensamiento que busca todas las escapatorias con tal de no admitir la obra del diablo. Sin embargo, no presupone la eliminación de la libre voluntad y de la responsabilidad del hombre y menos aún la frustración de la acción salvífica de Cristo. Se trata más bien de un conflicto entre las fuerzas oscuras del mal y las de la redención. Resultan elocuentes a este propósito las palabras que Jesús dirigió a Pedro al comienzo de la pasión:" ...Simón, Satanás os busca para ahecharos como trigo; pero yo he rogado por ti para que no desfallezca tu fe" (Lc 22, 31).

Comprendemos así por que Jesús en la plegaria que nos ha enseñado, el "Padrenuestro", que es la plegaria del reino de Dios, termina casi bruscamente, a diferencia de tantas otras oraciones de su tiempo, recordándonos nuestra condición de expuestos a las insidias del Mal-Maligno. El cristiano, dirigiéndose al Padre con el espíritu de Jesús e invocando su reino, grita con la fuerza de la fe: no nos dejes caer en la tentación, líbranos del Mal, del Maligno. Haz, oh Señor, que no cedamos ante la infidelidad a la cual nos seduce aquel que ha sido infiel desde el comienzo.